La lipodistrofia es la acumulación de grasa en determinadas zonas del cuerpo que desarmoniza la figura. Esta producida por una mayor concentración de células grasas por unidad de volumen en esas zonas en comparación con el resto del cuerpo. La aparición de lipodistrofia responde a influencias hereditarias y hormonales. Este hecho hace que en cada sexo, tengan una localización típica y diferente.

Se han intentado diversos procedimientos para eliminar este exceso de grasa, desde tratamientos tópicos hasta la infiltración de diversos productos o sustancias; éstos, en el mejor de los casos, producen un vaciado de la célula grasa, pero no su eliminación total, con lo que pueden volver a llenarse reproduciendo la alteración.

Tratamiento de lipodistrofia mediante liposucción

La obtención de un buen resultado en el tratamiento de la lipodistrofia mediante liposucción se basa en la adecuada planificación de las zonas a tratar, de la extracción del volumen necesario y uniforme de grasa, de la calidad de la piel del paciente y de un estricto seguimiento por parte del paciente de las indicaciones postoperatorias.

Los resultados son muy efectivos, aunque cada caso es distinto y debe valorarse particularmente. Hoy en día, con las técnicas modernas de que disponemos, el abanico de indicaciones de la liposucción se ha ampliado y puede conseguirse una buena retracción cutánea postoperatoria incluso en pieles de mala calidad.

A cerca de la liposucción

La liposucción es una intervención compleja no exenta de riesgos, la mayoría de ellos prevenibles con una buena planificación y preparación preoperatorias, así como una estrecha vigilancia de los pacientes tanto durante la intervención como en el postoperatorio; en este proceso intervienen el laboratorio que efectúa las pruebas clínicas preoperatorias, el cirujano que realiza la intervención, el equipo de anestesia y el de enfermería.

Como es ampliamente sabido, la cirugía se efectúa a través de pequeñas incisiones cutáneas por las que se introduce una cánula de aspiración mediante la cual se extrae el exceso de grasa subcutánea, creando una seria de túneles en el tejido graso entre el lecho aponeurótico y la piel, que tras la consecuente retracción y fibrosis consiguen reducir el volumen y remoldear la zona tratada con la consiguiente mejora de la figura y del contorno corporal.

La duración de la cirugía dependerá del volumen de grasa a extraer, así como del número de zonas a intervenir. Una vez finalizada la cirugía, se le coloca al paciente una prenda de compresión elástica  (faja) que deberá llevar durante el periodo recomendado por el especialista, a fin de reacomodar la piel sobre el nuevo volumen, minimizar los riesgos de sangrado y la formación de hematomas o seromas.

Tras el primer mes de postoperatorio, la reducción de volumen corporal lograda es importante, pero aún se logra un mejor resultado en los 2 meses siguientes, pudiendo considerar el proceso estabilizado a los 3 meses de la operación.

En el postoperatorio inmediato es normal que aparezcan hematomas en la piel, edema e hinchazón; los primeros suelen desaparecer en unos 10-15 días, pero la hinchazón puede durar 30 días o más. El resultado postoperatorio definitivo no es evidente hasta pasados unos 2 meses o, en algunos casos más tiempo, dependiendo de la cantidad de grasa extraída y dónde estuviera localizada.

Posibles complicaciones

Dentro del listado general de posibles complicaciones secundarias a una liposucción, creemos importante destacar por su especial repercusión:

Seromas:

Son cúmulos de liquido postoperatorio (grasa licuada, suero, linfa y ocasionalmente productos hemáticos) que no son absorbidos en un área corporal que ha sufrido un traumatismo o una intervención quirúrgica; en el caso que nos ocupa, el traumatismo producido por las cánulas de liposucción.

Se manifiesta como una tumefacción en la zona involucrada, que a la palpación es depresible y móvil, generando un signo de oleaje al desplazarse el líquido contenido en su interior. Estas colecciones líquidas corren el riesgo de infectarse formando abscesos, encapsularse formando seromas crónicos o quistes o dejar irregularidades tras su reabsorción. Para evitarlos, es importante que los pacientes permanezcan en reposo y utilicen prendas compresivas durante el postoperatorio inmediato.

En caso de formarse, deben ser drenados, pudiendo tardar desde unos días hasta semanas en su recuperación completa. El tratamiento del seroma pasa por diferentes etapas según la zona afectada, la extensión, el tiempo de evolución y las características propias de cada paciente.

Según la extensión, el seroma puede responder a la compresión de la zona y reabsorberse; sin embargo, se acepta que una vez detectado lo más conveniente es la evacuación del líquido, ya sea mediante aspiración o a través de una mínima incisión.

Tras ello, se recomienda compresión activa para inmovilizar la zona y evitar movimientos que actúen a modo de bomba y permitan la nueva acumulación activa de fluido; además, esto conseguirá adosar las paredes de la cavidad, impidiendo que se llene de nuevo. Una vez que logremos que no se vuelva a formar liquido, debemos mantener la inmovilización y compresión durante al menos 48 a 72 horas más y la resolución total puede llevar entre 7 días a 4 semanas; en ocasiones son recurrentes y resistentes al tratamiento (generalmente cuando se encapsulan) y pueden requerir evacuación abierta con resección de la cápsula.

– Cicatrices:

Con la liposucción, habitualmente solo quedan unas cicatrices externas de pocos milímetros que apenas son visibles transcurrido un tiempo; sin embargo, recordemos que la cicatrización involucra no solo la vía de entrada de las cánulas sino también toda la parte interna del colgajo dermograso que se separa de su lecho aponeurótico y que es por tanto susceptible de sufrir desviaciones del proceso normal de cicatrización, tales como hipertrofia, retracción, irregularidades, etc.

Tomado de: https://scielo.isciii.es